He de decir que el cine emotivo es mi preferido, vamos, que
una película consiga que este conteniendo el llanto durante todo el trayecto en
metro de vuelta a casa me encanta (si, llamadlo como querais), y no me ocurría desde Melancolía de Lars Von Trier.
También he de puntualizar que tengo cierta debilidad por el director Cesc Gay,
una de sus películas está en el podio de mis preferidas de cine español. Y cierta
debilidad también por Ricardo Darín… que ser tan auténtico.
Teniendo en cuenta estas premisas, voy a escribir sobre Truman,
la última película de Cesc Gay que se estrenará el próximo viernes 30 de
octubre.
Cesc tiene la peculiaridad de mostrar el lado más amable y
racional de las personas en variadas circunstancias, y es que en este caso te
dan ganas de saltar a la pantalla y liarte a abrazar a diestro y siniestro. Se
trata de la estancia en Madrid de cuatro días de Tomás (Javier Cámara) que
reside en Canadá y decide ir a visitar a su amigo Julián (Ricardo Darín), un
actor de teatro que vive en el centro de Madrid junto con su perro Truman. La
visita es realmente una despedida, Julián padece un cáncer terminal y ha
decidido no continuar con el tratamiento de quimioterapia.
Tomás le regala cuatro días de algo más que compañía, en los
que no faltan: una visita a las pompas fúnebres para dejar todo preparado, una
visita al veterinario para que le asesore sobre psicología canina, una visita a
una posible nueva familia para Truman, una
visita a Ámsterdam, donde vive el hijo de Julián, y varias visitas a bares de Madrid
donde se producen cenas y tapeos y
tienen lugar pequeños grandes encuentros.
Esos encuentros están protagonizados por grandes, grandísimos
actores que no han dudado en darlo todo (o Cesc les ha sacado lo mejor) para
interpretar una pequeña escena en esta gran película.
No puedo dejar de
mencionar de entre todos ellos a Eduard Fernandez (otra debilidad mía), Cesc le
brinda un personaje tan precioso… se puede definir como “Antiguo buen amigo
traicionado, íntegro y fiel”… me impresionó la secuencia por todo lo que evoca
de manera tan directa y simple, un “Plaf! Despierta y valora a las buenas personas que tienes cerca antes de que sea tarde” . Además el contraste con un encuentro anterior (también mientras comen los protagonistas) añade peso a la reflexión.
También la breve interpretación del veterano Jose Luis Gomez
es de quitarse el sombrero, perfecta y profunda, para quedarse con la boca
abierta, como le ocurre a Ricardo Darín al final de la escena.
Aunque el argumento pueda resultar así a priori tristón y
lacrimógeno, lo cierto es que es bastante alegre. Los personajes afrontan la
muerte con valentía dando todo el valor que merecen la amistad (ante todo), el
amor y los pequeños placeres de la vida.
Y luego está Truman,
el perro. Quienes tenemos perro sabemos lo que puede llegar a sentir Julián,
pero además de lo evidente, Truman se convierte en un símbolo, es como el
corazoncito de Julián, un trocito de él que le va a sobrevivir, y es muy importante
decidir a quien entregárselo.
Yo le daría un premio a la película, al director, a los dos
protagonistas y a cada uno de los importantes secundarios que aparecen, así tal
cual. Y es que hay un detalle en los ojos de estos actores en esta película …
ojos vidriosos, ojos húmedos, enrojecidos, ojos que contienen lágrimas a punto
de salir que no salen (bueno, excepto en una preciosa escena catártica que
quienes hayan visto la peli saben a cual me refiero)… y así es precisamente como tenía
yo los ojos cuando veía esas grandes interpretaciones, esas emotivas escenas,
así es como me han dejado los ojos hasta hace un ratito… ojos vidriosos. Una
vez más, gracias Cesc Gay.